Hacer visible lo invisible


pep_bonet1Dirigimos la mirada hacia aquello que está a nuestro alcance, hacia aquello que se sitúa en nuestro micro o macrosistema vital. Bonfrenbrenner, el padre de la perspectiva ecológica en el estudio del desarrollo humano, decía que el sujeto se desarrolla en primer lugar en relación a las influencias de lo próximo: la familia, la escuela, los amigos, etc., después en relación a las estructuras políticas, económicas, culturales, religiosas, sociales, etc., del ambiente en el que crece. Así se podría afirmar que los occidentales conocemos aquello que forma parte de nuestra cultura occidental, porqué es lo que vemos, pero desconocemos en gran medida lo que pasa más allá de ese mundo, como si no existiera otro, por ejemplo, el tercero. Nuestra mirada no llega hasta allí.

Mirar nos permite conocer. La función del fotógrafo es la de ofrecernos un lugar hacia el que volver la mirada y en el que lo fotografiado nos enuncie algo, nos cuente una historia, nos muestre alguna cosa. Para que nuestra mirada alcance a ver lo que sucede en esos otros mundos necesitamos la de aquellos fotógrafos o cineastas que viajan a esos lugares y nos muestran la realidad de los mismos. Ellos nos prestan su mirada para que veamos lo que allí acontece.

Normalmente preferimos ver aquellas cosas que nos producen placer, que nos recuerdan lo fantástico que tiene a menudo la vida. En cambio evadimos mirar lo contrario, aquello que nos desagrada, aquello que nos duele. Pocos fotógrafos fotografían lo fea, lo difícil que es la vida a menudo. Pero es necesario hacerlo. Alguien debe enseñarnos que el mundo no siempre es un mundo de “vino y rosas”, alguien debe mostrarnos aquello que no queremos ver porqué hemos contribuido a construir con nuestra ignorancia o comodidad o interés. Alguien debe ser nuestros ojos cegados, pero abiertos, a la miseria de la humanidad, al tercer mundo, a la pobreza, al hambre, a la guerra, a las enfermedades, a la locura, etc., etc.. Alguien debe hacernos comprender la necesidad de ser capaces de ponernos en el sitio del otro, del que sufre, del que malvive, del que no puede ser como nosotros a pesar de tener el mismo derecho a serlo. Esa es la función de la fotografía solidaria, la de ofrecernos la otra mirada, aquella que preferimos no tener.

Los fotógrafos que nos ofrecen su mirada a ese mundo invisible que no queremos ver son una excepción en el mundo de la fotografía, uno de los que más me atraen es Pep Bonet. Él tiene una de las mejores miradas solidarias que conozco. Sus fotos muestran sensibilidad en todos y cada uno de los granos de plata que la constituyen. Su capacidad para mostrar situaciones muy duras con una gran dosis de humanidad, de amor, de poesía, de ternura, a la vez que de denuncia es indescriptible. Las fotos de Bonet nos permiten ver, sin tanto dolor, aquellas cosas feas de la vida que preferimos no conocer. Nos enseña lo trágico sin usar el drama, sin recrearse en el dolor, sin herir la sensibilidad, y lo hace porqué sus fotos son tremendamente humanas. Él no es un intruso que se ha colado brevemente en la vida de unos desconocidos que sufren, sino que los personajes que aparecen en sus fotos parecen tener una intimidad enorme con el autor, una simpatía. Eso es muy difícil de conseguir, supone no ser solamente un gran fotógrafo, sino sobre todo una gran persona, dotada de una capacidad de empatizar enorme. Sus fotos son limpias precisamente por que su mirada es limpia.

pepbonet2Sus trabajos me recuerdan en algún aspecto compositivo, tal vez por su simplicidad, a las de Chema Madoz, son poesía pura. Pero a diferencia de las de Madoz, que casi siempre fotografía objetos, Pep Bonet compone con las personas. Pero no solo como elemento fotográfico, sino especialmente como elemento psicológico. Sus fotos siempre dicen algo, siempre se encuentra en ellas el “punctum” al que se refería Barthes. El “punctum” era el concepto que usaba Barthes para referirse a ese elemento, a veces insignificante, que llena toda la fotografía de una humanidad indescriptible. El punctum es “un elemento que sale desde la escena como una flecha para punzarnos”. El punctum nos hiere precisamente en aquellas partes sensibles que nos quedan aún. Nos permite descubrir lo que queda de humanos en nosotros. Nos hace estremecernos y sentimos la necesidad de hacer algo inmediatamente por el otro, por cambiar el mundo. Nos reencuentra con nuestra parte altruista, tan reprimida en la sociedad occidental. Todo eso lo permite el “punctum” que aparece en las fotos de Pep.

Un ejemplo de ese “punctum”puede verse en la foto de una persona con una pierna amputada que juega a fútbol con media zapatilla nike. Imagen que nos muestra el contrasentido del mundo en el que vivimos. Una zapatilla, que en el “primer mundo” es sinónimo de poder adquisitivo, es usada por un minusválido en el tercero. Minusválido que tal vez ha sido amputado por una mina, probablemente fabricada en occidente, en una guerra fratricida entre tribus del mismo país que luchan para conseguir la materia prima (diamantes por ejemplo) que después venderán a  algún occidental para que se enriquezca a costa de la desgracia de los habitantes del país que explota. Es posible que ese occidental después compre unas lujosas zapatillas nike probablemente fabricadas en algún lugar del tercer mundo por sujetos que casi no cobran por hacerlo y que después pierden una pierna batallando.

¿Qué sentido tiene un mundo así?. Esa es precisamente una de las preguntas que nos lanza a la cara cada fotografía de Pep Bonet. Fotógrafos como él nos hacen visible lo invisible. Y es de agradecer porque ser consciente de ello es el primer paso para construir un mundo mejor.

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* Fotografía de Pep Bonet

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